Galileo Galilei se puede considerar, sin lugar a dudas, como el
impulsor de la ciencia moderna. Lejos de las veleidades metafísicas de
Descartes, y de los sueños visionarios que acompañaron la actividad de
Kepler - sin menoscabar los aciertos de ambos -, el pensamiento de
Galileo se ciñe a lo que la ciencia moderna considerará los elementos
básicos de toda actividad científica: la aplicación de las matemáticas
a los datos proporcionados por una observación rigurosa de los
fenómenos estudiados, dejando al margen preconcepciones, prejuicios y
demás servilismos impuestos a la inteligencia humana por las creencias y
por la opinión común.
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