Gracias a la creación de universidades, escuelas
y a medida que nos adentramos en el quinientos, la arquitectura
Italiana y la estatuaria se abren camino en diferentes
países europeos: en Inglaterra muy
lentamente, pues el crisma religioso alejara de ahí a los
artistas italianos que habían sido llamados a trabajar en
el país y eran los mas capacitados propagadores de la
renovación artística; en los piases escandinavos se
daban también algunas muestras esporádicas, debido
al mecenazgo de los reyes; hasta en Polonia y en la Rusia, Ivan
III se recogía las ondas del arte
italiano.
En Francia se
hace más extensa la recepción del arte y la
cultura
italiana. Durante época de Francisco I continua la construcción de suntuosas edificaciones. De
entonces data el castillo real de Chambord, el palacio preferido
del rey para sus cacerías, pues aquellos castillos no
tenían ningún fin militar. En 1546 comienza Pedro
Lescot la contracción del Louvre, que seria el monumento
triunfal de la arquitectura
renacentista francesa, y poco después Delorme
levantaría las Tullerias.
En España es
donde, fuera de Italia, el arte
del bajo Renacimiento ha hecho más considerables
progresos. Teniendo ya el gusto italiano durante el reinado de
los Reyes Católicos, mas o menos combinando con un estilo
local, la arquitectura
continua ahí por los mismos cauces bajo Carlos V. Durante
el reinado de Felipe II se depura mucho el gusto, se impone la
sobriedad ornamental. El arte oficial de Felipe II favorece esta
tendencia, Pedro de Toledo y Juan de Herrera son los grandes
arquitectos de El Escorial, su obra cumbre.
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