El renacimiento tuvo su origen en Italia en los
siglos XIV y XV, llegando a su apogeo al iniciarse el siglo XVI.
De Italia se
extiende lentamente por Europa excepto Rusia. A lo largo de los cincuenta años que van desde 1520
a 1570, discurre la madura plenitud del Renacimiento y
también se percibe su ocaso. Toda la Europa de Occidente
toma parte ahora en el movimiento de
las artes y de las letras. La recepción de los gustos
italianos se generaliza, los grandes maestros surgen ya no solo
en Italia, sino en
todo el ámbito de las monarquías
occidentales.
Pero el desarrollo
normal de la cultura
renacentista se ve afectada por el hecho simultaneo de las luchas
religiosas derivadas de la revolución
protestante. Así, en Alemania, se
corto el brote renacentista, al igual que en Francia con
las guerras
civiles de la segunda mitad de quinientos. Además en los
países adheridos a las confesiones protestantes, el credo
iconoclasta de los nuevos evangelios suprimió la
ocasión de ejercitar el mecenazgo eclesiástico y,
al menos en la pintura y la
escultura, suprimió la temática abundante de los
motivos iconográficos, con la rara salvedad de los temas
bíblicos.
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