Como antes se ha explicado, a la Grecia clásica le sucedió el periodo que conocemos como civilización helenística, durante el cual la cultura griega se fusionó con otras civilizaciones orientales, gracias a la influencia de Alejandro Magno. En este contexto surgen tres importantes escuelas helenísticas y el estoicismo.

Los estoicos (liderados por Zenón de Citio, que fundó esta escuela en Atenas hacia el año 310 a. C.) proclamaban que es posible alcanzar la libertad y la tranquilidad tan sólo siendo ajenos a las comodidades materiales y la fortuna externa, dedicándose a una vida guiada por los principios de la razón y la virtud. La doctrina estoica consideraba también que la razón de los seres humanos es parte integrante del logos divino e inmortal; es decir, que cada persona es parte de Dios y miembro de una familia universal.

Para ellos la noción de cuerpo era indisociable de la noción de esfuerzo y recíprocamente. No hay percepción desde que existe esfuerzo; si no, hay pasividad. La experiencia es el origen del saber, pero el bien supremo reside en el esfuerzo realizado para alcanzar la virtud.
Así pues, la virtud consiste en vivir según la naturaleza, es decir, en aprovechar la vida tal como es, ni poco ni demasiado. Una máxima de esta moral es: "soporta y abstente". Esta escuela se convirtió en la más importante del mundo grecorromano.
Así pues, la virtud consiste en vivir según la naturaleza, es decir, en aprovechar la vida tal como es, ni poco ni demasiado. Una máxima de esta moral es: "soporta y abstente". Esta escuela se convirtió en la más importante del mundo grecorromano.
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