sábado, 17 de marzo de 2012

Sócrates "Yo sólo sé que no sé nada"

Sócrates fue uno de los grandes forjadores de la filosofía griega, y maestro del que puede considerarse el filósofo más importante de la historia: Platón. Sócrates nació en Atenas aproximadamente en el 469. Se sabe que era feo y sucio, pero su personalidad era muy magnética.
No existe ninguna obra escrita de Sócrates, pues despreciaba la palabra escrita, considerándola vacía y muerta. Todo lo que sabemos de su pensamiento lo hemos extraído de las referencias que de él nos han hecho otros filósofos como Aristóteles y, especialmente, Platón. Ejerció gran influencia en su época, y fue objeto de gran admiración así como de duras críticas.
Los temas que solía tratar eran los problemas del ser humano y de la polis: la moral, la justicia, las leyes, la virtud (areté), etc. Aunque en un principio simpatizaba con los sofistas, pronto rompió con ellos debido a su disconformidad sobre el uso de la virtud y la enseñanza por parte de estos, así como el hecho de que cobraran para transmitir sus conocimientos.
Sócrates empezó su actividad filosófica allá por el año 424, cuando se inició el período de inseguridad y crisis en Atenas debido a las guerras del Peloponeso, que truncó su época de esplendor. Esto hizo que los ciudadanos se volvieran más individualistas, buscando el puro interés personal. Sócrates consideraba esta individualidad el germen de la degradación moral, y reivindicó el cuidado del alma como único medio para alcanzar la felicidad.
Sócrates, quería conceptualizar la verdad, el bien, la justicia, la moral y demás valores y, sobretodo, quería saber qué es la virtud, puesto que no puede considerarse a los otros valores virtudes si no se establece anteriormente la definición de virtud. Pero, a diferencia de los sofistas, Sócrates no dio ninguna definición de la virtud, sino que declaró que no sabía lo que es, que sólo sabía que no era lo que los sofistas defendían.
De ahí su famosa frase “Yo sólo sé que no sé nada”. Esto le elevó al filósofo más sabio, puesto que los demás creían que sabían sin saber realmente mientras que Sócrates, por lo menos, sabe algo: que no sabe nada. Así pues, la “misión socrática” en busca de la virtud empieza por no tener una idea equivocada de ella, y el primer paso es demostrar al que se cree sabio que no lo es, y lo hace a través de preguntas y objeciones a las pertinentes respuestas, llevando a su interlocutor al descubrimiento, por sus mismas respuestas, de que no tiene razón, de que no sabe.
Este primer paso del método socrático se llama ironía socrática. Sócrates afirma que en realidad sí sabemos aquello de lo cual buscamos el conocimiento, pero que tenemos esa verdad dormida en nuestra alma, a cuyo acceso podemos llegar mediante la reflexión. Debemos mirar dentro de nosotros mismos para poder sacar hacia fuera la verdad que tenemos dormida, sacar fuera el saber auténtico que está escondido en nuestro interior. Podemos descubrir así qué es la auténtica justícia, la auténtica generosidad, etc.Sócrates puede auxiliarnos en el alumbramiento de la verdad mediante el segundo paso de su método, que se llama mayéutica y que consiste en sacar a la luz todo el conocimiento del alma de su interlocutor mediante un diálogo consistente en preguntas y respuestas, cuyo fin es llegar a la definicón de la virtud de la cual se está tratando y, por ende y como colofón de las definiciones de todas las virtudes, a la definición de la virtud en general.
Así, el primer paso pretende llegar a la toma de conciencia por parte del interlocutor de su propia ignorancia; el segundo paso consiste en alumbrar la verdad, el conocimiento que este interlocutor posee en su alma. Y siempre con los diálogos basados en preguntas, respuestas y objeciones.

El intelectualismo ético. Según esta doctrina socrática, la moral es sólo una cuestión de conocimiento. Quien sabe qué es el bien, es bueno. Quien sabe qué es la virtud, es virtuoso. Nadie que sepa que X cosa es buena e Y es mala, tomará Y como opción. Y si lo hace, es porque no sabe qué es el bien y, en consecuencia, no es malo, sino ignorante. Para Sócrates no hay ser humano alguno que sea amlo en el sentido estricto de la palabra, pues todos tienden hacia lo que consideran el bien. El caso es que la concepción del Bien puede estar equivocada.

Sócrates fue condenado a muerte por las autoridades atenienses juzgado por corromper a la juventud hecho decisivo para la visión que tendrá Platón de la democracia y de la sociedad ateniense.

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